Lo único que necesitamos para ser buenos filósofos es la capacidad de asombro, que al parecer, va desapareciendo cuando vamos creciendo porque lo tenemos todo muy visto.
Aunque a todos nos hagan pensar las preguntas filosóficas, no todo el mundo se convierte en filósofo.
Un filósofo nunca ha sabido habituarse del todo al mundo, al igual que un niño pequeño, por eso quieren saber el por qué de las cosas.
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